Para poder continuar, para seguir caminando y para llegar bien adentro mío y poder reconocerme tuve que reencontrarme, abrazar y escuchar al Pequeño Fede. A ese bello ser que habita en mis profundidades y que resulta el impulsor de todo lo que brota y vale la pena en mi.
Este es mi tributo, mi sencillo homenaje.
Esa Calesita
Recuerdo a ese niño que fui, en esa calesita, subido a un caballo. Dando vueltas y vueltas. En cada giro, en cada lenta y precisa vuelta, soñaba, imaginaba y creaba mundos, personajes con los cuales conversaba. Pero al final de cada vuelta, lo único que me interesaba, era ver cómo me devolvian la mirada mi papá y mi mamá, que se encontraban a un costado, esperando estoicamente mi repetitivo pasar.
Pasó el tiempo y hoy tengo la sensación de que sigo en esa calesita.
Mi vida sigue dando vueltas, sigo creando mundos imaginarios. Pasan momentos, luces, sombras y me conecto con personas.
Pero yo, yo sigo buscando esa mirada.
Federico Spengler